El siguiente ensayo tratará de resumir las ideas relacionadas a lo que se entiende por felicidad; en este caso orientadas a un concepto de felicidad personal y autoestima, como la base para percibir e interactuar tanto con el mundo externo como interno.
¿Qué es la felicidad?
Sin duda la búsqueda de un estado al cual le podemos llamar “felicidad” puede ser muy diferente para cada individuo y para cada grupo; desde un concepto mucho más neutral, la felicidad podría referirse a un estado en el cual la persona que es “feliz” de una u otra forma es pleno en el momento que así lo percibe, lo importante ahí es la sensación de plenitud que la persona reconoce en ese instante.
Pero alcanzar el estado de felicidad puede ser un ideal muy diferente e incluso patológico para algunos; como se mencionó, la “felicidad” es más un ideal de lo que vuelve pleno a cada individuo en un momento en el tiempo; esto puede estar fuertemente influenciado por su autoconcepto personal, así creando un prisma que filtra la imagen de la realidad que rodea al individuo.
Para Branden (1995), la autoestima consumada, es la experiencia fundamental que podemos llevar una vida significativa y a la vez cumplir nuestras exigencias; así, la autoestima es la confianza en nuestra capacidad para enfrentarse satisfactoriamente a los desafíos de la vida, de la libertad de fallar y triunfar y por ende ser felices, ya que el rango o prisma refleja una realidad mucho más objetiva y en concordancia con nuestras capacidades y derechos.
Nuestro mundo
La felicidad basada en nuestro propio mundo interno puede ser algo muy aleatorio, ya que este se ve influenciado por muchos factores, y por ende el ideal de felicidad está sesgado a lo que se supone “debe ser la felicidad”.
Delgado y García (2010), mencionan que “la autoestima es el valor que nos damos a nosotros/as mismos/as, es decir, cómo nos estimamos, cómo nos valoramos, cuánto creemos que somos valiosos”. El poseer una sana autoestima es igual a poseer una sana salud mental, esta nos permite procesar la realidad de una forma menos amenazante y más propositiva.
Otros de los grandes aspecto de cómo la autoestima es el primer paso para la felicidad personal es la capacidad de ser asertivo, las relaciones interpersonales y la resolución de conflictos puede ser una de las mayores fuentes de infelicidad de las personas, ”el asumir” y el “pensar” sin una base real, esto puede llevar a frustraciones y problemas emocionales, la asertividad desde una sana autoestima, nos permite hacer valer nuestros derechos sin atropellar los de los demás, una persona asertiva, muestra una capacidad en la resolución de conflictos, sabe decir “no”, sabe pedir favores y reaccionar de manera adecuada ante los ataques y sabe cómo expresar sus sentimientos (Castanyer, 2010).
Conclusión
La visión idealizada de la felicidad dicta que esta debe de ser un estado de dicha constante y permanente, en la cual se ha alcanzado lo deseado, y obtenido lo esperado, ya no hay vicisitudes, existe también una solución a los problemas, y se ha obtenido el objetivo anhelado.
Ahora el problema de ello radica en que cuando se «alcanza» o en su defecto no se alcanza, esto ya no se acopla a proyección que se tenía; esto no es satisfactorio, no se llenó el «vacío» como se esperaba, y en su lugar se encuentra la frustración, el temor, la soledad y el fracaso. De esta forma podemos decir y en relación con lo mencionado por los autores citados, la felicidad es un reflejo de nuestro propio mundo interno; a menos que trabajemos en él, se percibirá que nuestros esfuerzos no son los suficientes, que no se alcanza el propósito deseado, y si este se alcanza no es motivo de felicidad, que la plenitud que buscamos es un estado que depende únicamente de un momento o de un objetivo en particular, lo cual es una idea errónea de felicidad.
Para cambiar esta idea, hay que entender que somos seres en constante desarrollo, un evento o ideal no es la representación más adecuada del matiz que nos forma, en la medida que trabajemos en nuestro propio crecimiento y aceptación, seremos mucho más flexibles a los eventos de la vida, entenderemos que lo que buscamos no es un fin, sino un medio para la felicidad y por ende la plenitud como tal estará en constante cambio al igual que nosotros; en la cual existirán momentos de flaqueza y momentos de regocijo, pero nunca un único estado constante.