Psico-Guia

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Las 5 etapas del duelo

Proceso de curación

Al sufrir una pérdida,  el ser humano atraviesa un periodo de “re-adaptación” para poder funcionar normalmente; reorganizando las necesidades psíquicas y emocionales que resultaron afectadas por la pérdida experimentada; en este proceso de curación se identifican comúnmente 5 etapas las cuales son:  

Negación

La persona que ha sufrido la pérdida no puede asimilar el hecho que el ser que ha perdido no volverá a estar en su vida; el marido no puede creer que su mujer no estará en la casa al llegar;  o la esposa que su marido está en un viaje de negocios, son características de la fase de negación; suele suceder, que la persona reacciona de manera insensible al evento o paralizada al mismo.

Por ejemplo, el familiar que organiza el funeral está actuando según lo demanda la situación; pero puede ser posible que la realidad de la pérdida se manifieste en esa persona en el momento de la ceremonia; caso contrario no poder organizar el funeral por que la tarea excede su capacidad para manejar esa responsabilidad.

La negación nos ayuda a sobrevivir a la pérdida; dosificando el dolor y la conmoción a que el impacto no sea tan fuerte como lo podamos soportar; la negación tiene la naturaleza de dejar pasar solo lo que podemos soportar.

Las 5  etapas del duelo Al sufrir una pérdida,  el ser humano atraviesa un periodo de “re-adaptación”, para poder funcionar normalmente, reorganizando las necesidades psíquicas y emocionales que resultaron afectadas por la pérdida experimentada, en este proceso de curación se identifican comúnmente 5 etapas las cuales son:   Negación En esta etapa la persona que ha sufrido la pérdida no puede asimilar el hecho que el ser que ha perdido no volverá a estar en su vida, por ejemplo el marido no puede creer que su mujer no estará en la casa al llegar;  o la esposa que su marido está en un viaje de negocios, son características de la fase de negación;  suele suceder,

Ira

Después de haber sobrevivido al choque de realidad inicial, aflora la ira ella además viene acompañada de otros sentimientos como tristeza, soledad, angustia, temor,amor, rencor, odio,dolor.

Casi siempre la ira la que está al inicio del desborde de emociones. La ira es tanto irracional, una vez se asume que la persona amada ya no estará, y al saber que la vida seguirá sin ella, la ira busca un justificante, los médicos que no pudieron salvar al ser querido, por él /ella, por no haberse cuidado, con nosotros, por no haber hecho algo, con Dios, por permitirlo, con los demás porque no entienden la pérdida, por la situación, como menciona Elisabeth Kübler Ross, “que no se esperaba, ni se merecía ni se deseaba”.

Pero la ira que pareciese infinita es terapéutica; es un desborde, y la ira es la válvula que ayuda a liberar los demás sentimientos que deben sentirse para poder encontrar sosiego al vivirlos; para comprender la idea que el querer salvar una vida, no es igual a poder impedir una muerte.

Negociación

En esta etapa la persona busca una solución a la situación de la pérdida; no como una forma de poder salir más rápidamente del dolor, se busca cambiar los acontecimientos del evento, crear una especie de tregua entre el dolor y la realidad.

El pactar con Dios para evitar que la situación se vuelva a repetir, hacer promesas para verse de nuevo en otro plano, la negociación busca hacer un intercambio, dar la pena, dolor, soledad o cual sea la sensación experimentada por volver a como se estaba antes, a una realidad donde el ser querido sigue ahí.

En ese momento comienzan a aparecer, las monedas de cambio, representadas con “y si hago”, “te prometo”, “ojala”, “tal vez si lo hubiese hecho de otra forma”, con el fin de darle una solución al dolor que se está experimentando.

La negociación posee la virtud de darnos un tiempo para pasar de un estado de pérdida a otro nivel del mismo; en el cual la mente está más consciente de la realidad; permite dar un tiempo de curación, permite dar control a la situación que nos rodea, saber comenzar a manejarla.

En cierto sentido nos vuelve a dar el timón del barco con el cual estamos atravesando la tormenta.     

Depresión

Una vez tomamos el control de la travesía que estamos enfrentando, nos damos cuenta que estamos solos; que la persona amada no está con nosotros para ayudarnos, y surgen los sentimientos de tristeza y vacío.

Una vez cuando nuestra mente después de la negociación se enfoca en la realidad, el duelo entra a la vida en forma de depreción, no existen motivos por cual hacer las cosas que se hacían, no hay motivos para comer, para asearse, para levantarse de la cama, para ir a trabajar, qué sentido tiene, qué propósito puede ser capaz de generar acción de nuevo.

En esta etapa es apropiado permitir que la persona experimente la depresión, amigos y familiares se pueden preocupar por la salud de la persona, pero como todo en el duelo este paso es necesario para el proceso de curación.

Hay que diferenciar la depresión por la pérdida, con la depresión como caso clínico, la depresión por la pérdida es natural, negativo sería evitar que la persona pase por esa etapa, se hace la analogía en el libro ” sobre el duelo y el dolor de Elisabeth Kübler Ross”   que hay que ver a la depresión como un invitado, al cual hay que darle un espacio en nuestra casa que es igual a la vida, hay que permitirle estar ahí con nosotros, sin huir de ella, una vez haya cumplido su propósito se marchará por sí misma.

El propósito de la depresión es hacernos reconsiderar todo desde una perspectiva diferente y a nuestro ritmo; irnos adaptando a la cotidianidad según nuestras fuerzas y a la vez a evaluar de forma real la pérdida. Aunque la depresión al igual que la ira pareciese infinita, estos estadios fortalecen a la persona y le permiten hacerse la pregunta; ¿me sentiré así para siempre?

Aceptación

Con todo lo vivido, se llega al punto en donde se acepta una realidad en donde ya no está nuestro ser querido, y se reconoce como permanente su pérdida, pero aprendemos a vivir con ella, nos adaptamos, nos reconciliamos con nosotros mismos, con los demás, con Dios, etc.

Se entienden las razones objetivas de la pérdida, se hace una especie de recuento de los motivos reales del suceso, damos pequeños pasos de adaptación de nuevos roles, nuevos cambios, nuevas personas,  y aunque en algún momento el comenzar a desarrollar una vida sin la persona amada pareciese que la estamos traicionando, es necesaro saber que nadie puede reemplazar a esa persona, que las nuevas relaciones, las nuevas tareas son parte de nuestra historia de vida, nos estamos moviendo en base a nuestras necesidades emocionales y sociales, hemos evolucionado, llegamos a crear una nueva vida, en donde no es que estemos de acuerdo con la partida de esa persona, más bien es que crecimos lo suficiente como para poder recordar, reafirmarnos y reorganizarse.  

Ciclo de curación 

Es necesario recordar que estas etapas pueden variar en duración dependiendo de la persona, además no siempre siguen una ruta fija, pueden fluctuar entre una u otra, incluso en la aceptación es posible sentir tristeza, pero es normal ya que no se entra ni se sale de forma lineal, hay disparadores, sentimientos y eventos que pueden suscitar el regreso  a otra de las fases, pero con más control y menos intensos que antes, dependiendo de la forma en que la persona los haya resuelto, el ideal es poder vivir con el recuerdo del ser amado, sin presentar alteraciones emocionales, conductuales o cognitivas, o que causen malestar muy significativo en cualquier área.